¿Cómo llegó Douglas Harding a la idea de no dualidad y vivir sin cabeza?

Douglas Harding tuvo una experiencia cuando tenía años que cambió por completo cómo se veía a sí mismo y al mundo que lo rodeaba. El autor estaba dando un paseo por el Himalaya un día cuando de repente dejó de pensar. En ese momento entró en un estado similar al que podemos llegar a veces cuando llevamos unos años meditando, ya no usaba el lenguaje para razonar, imaginar o interpretar el mundo. 

Según él, incluso olvidó su nombre y que era algo llamado «ser humano» y, se centró por completo en el ahora y en la experiencia sensorial que estaba teniendo en él. Su atención se centró en su campo visual en concreto en este punto, y empezó a trazar mentalmente los contornos de su propio cuerpo. 

Siguiéndolo hacia abajo, descubrió que las piernas de su pantalón terminaban en un par de zapatos. Las mangas de su camisa terminaban en un par de manos a los lados. Moviéndose hacia arriba, y a medida que iba repitiendo este proceso se dio cuenta de que, sobre sus hombros no había nada. 

Todos sabemos lo que «debería» haber estado allí: su cabeza. Sin embargo, cuando miró a su alrededor y se concentró únicamente en sus percepciones visuales inmediatas, no ninguna vio cabeza. En cambio, vio un vacío donde «debería» haber estado su cabeza. 

Cuando miró más de cerca, notó algo extraño en el espacio vacío de este vacío sin cabeza. No estaba del todo vacío;  era todo lo contrario. Estaba ocupado, lleno de hierba, árboles, colinas y montañas, así como el cielo azul, del paisaje del Himalaya. 
La ausencia de su cabeza dio lugar a la presencia de todo el mundo que lo rodeaba. Pero no era sólo su cabeza lo que faltaba. Otra cosa también faltaba, el propio “Douglas Hardy”. No había ningún «yo» , el mundo estaba allí, sin necesidad de que alguien lo estuviera observando. Esta idea podría considerarse como una antítesis de las ideas del filósofo y teólogo Berkeley, que consideraba que el mundo solo existía si lo observaba una conciencia, y que según él, el mundo seguía existiendo porque la “conciencia de Dios estaba observandolo”. Para Hardy, donde creemos que está la conciencia, donde creemos que está el yo que observa el mundo, no hay nada, solo está el mundo. No hay un yo que observe, cuando percibimos el mundo percibimos lo que hay a través de nuestros sentidos.

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