¿Cuándo fue la última vez que nos detuvimos para mirar a nuestro alrededor?

Cuando adaptamos una mentalidad orientada al logro; nos aislamos de los placeres de la vida diaria. A menudo nos tratamos como si fuéramos simplemente una ronda interminable de tareas por completar. 

Nos alimentamos, vamos al trabajo, respondemos a mensajes y emails, pero ¿con qué frecuencia hacemos una pausa y nos tomamos el tiempo para disfrutar de nuestra familia, pareja o vida en general? 

Prestamos atención a nuestras listas de tareas mientras ignoramos todo lo que nos rodea. Es una pena, porque es esto lo que da sabor a nuestras vidas, es el camino entre la base y la cima de la montaña, y toda la oportunidad de placer que brinda. 

¿Cómo nos obsesionamos con completar tareas y lograr cosas? Gran parte de la culpa recae en las nuevas tecnologías y nuestra interminable búsqueda por la formula mágica de la efectividad. 

Las máquinas están diseñadas para trabajar de la forma más rápida y eficiente posible. Ya sea que estén fabricando coches o analizando datos, las máquinas están diseñadas para tareas repetitivas y un ritmo de trabajo constante. 

Pero las personas definitivamente no lo están. Aun así, se espera que imitemos su eficiencia. En un mundo de correo electrónico y mensajería instantánea, exigimos respuestas cada vez más rápidas entre nosotros. Y a menudo es la velocidad de la respuesta lo que valoramos, más que su calidad. En este tipo de entorno, hacer una pausa se asocia con una reducción de la productividad y la procrastinación, pero no podría estar más lejos de la realidad.

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