Los estoicos y Su Definición del universo

El estoicismo fue un movimiento filosófico que comenzó pocas décadas después de la muerte de Alejandro Magno. Los estoicos consideraban que el universo se basa en la razón y la lógica. Creían en un “destino” que movía todo para que siguiese una estructura racional. Según ellos, solo existía la materia inerte (cuerpos) y el logos (la razón) que organizaba esta materia inerte de acuerdo a lo que manda el destino.

El logos era el principio que lo determinaba todo, el cómo y el porqué de la materia. Los estoicos podrían considerarse, en parte, como deterministas. Estudiar la lógica y las matemáticas era su forma de entender el mundo, y acercarse a la “lógica del universo”.

La filosofía y por lo tanto acercarse a esta lógica universal, era su método para reducir el sufrimiento que viene con la vida. Entender que todo pasa por una razón les permite olvidarse del dolor y la desdicha para centrarse en lo que pueden controlar, su mente.

Seguir “su destino”, aceptar lo que sucede a medida que pasa, es su forma de acercarse a la respuesta “correcta” y racional. No tiene sentido oponerse al universo. Actuar de acuerdo al destino es la base de su concepto de virtud. La virtud estoica se basa en acercar nuestras acciones a “lo que espera de nosotros el universo”.

Entender la respuesta correcta no era algo instantáneo, sino que requería considerar todo el conocimiento de otras situaciones parecidas, estudio de la historia, y decisión racional de entre las opciones posibles. Este comportamiento se parece al que Daniel Kahneman denomina como sistema 2. Es un método para reducir el error debido a la intuición, y el efecto de los distintos sesgos cognitivos. De cierto modo podríamos ver a los estoicos como los primeros psicólogos del comportamiento humano.

Los estoicos también entendían el concepto de mentalidad de crecimiento, basado en hacer todo lo que podamos en el momento y aceptar que es imposible acertar siempre y que por lo tanto debemos aprender de los errores. Decidir y actuar son las ruedas de esta filosofía, y aceptar que todo pasa por alguna razón permite reducir la fricción de fallar y seguir avanzando.

Desde este punto de vista, el mayor problema del ser humano es resistirse a lo inevitable, no reconocer que pasa por una razón, y tener intereses opuestos. Para solucionarlo, la clave es no desear nada en exceso. Está bien querer que pase un resultado, pero sin depender de ello, porque incluso los resultados menos deseados pueden tener alguna ventaja para el mundo.

Pensar y reflexionar sobre nuestras vidas y el mundo, y hacer “mini experimentos”, es la clave para acercarnos al ideal estoico y la buena vida.

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