¿Nos cuesta parar y pensar?

Para ser buenos en lo que hacemos, debemos ser conscientes de nuestras propias fortalezas y debilidades, ya seamos un artista, el director financiero de una corporación o un asistente administrativo. Estaremos en una mejor posición para evitar problemas potenciales, crear planes más efectivos y tomar mejores decisiones si somos conscientes de nosotros mismos. 

La reflexión, o “tener una buena conversación con uno mismo”, es la clave para conocernos mejor. Muchas de las grandes mentes de la historia han defendido los beneficios intelectuales de la reflexión desde los días de Confucio y Sócrates, pero también tiene una gran cantidad de beneficios prácticos. 

Por ejemplo, puede mejorar significativamente nuestra capacidad de toma de decisiones y reducir los errores. Antes de tomar cualquier acción, debemos considerar las posibles consecuencias y las posibles alternativas. Después de eso, debemos analizar los resultados para determinar qué salió bien y qué salió mal. Cometeremos menos errores si hacemos esto . 

Pero, para que ocurra una reflexión profunda y significativa, necesitamos espacio, y hay cuatro tipos de espacio: temporal, físico, relacional y psíquico. El tiempo y la ubicación son ejemplos de espacio temporal y físico. 

El espacio relacional es el beneficios de tener a alguien más con quien compartir ideas, mientras que el espacio psíquico se trata de estar abierto a la mejora y alimentar nuestras mentes con información nueva y desarrollar habilidades. Se necesita esfuerzo para crear todo este espacio. 

Según un estudio de la Universidad de Harvard, los directores ejecutivos tienen menos del 15 % de su semana laboral disponible para lo que Cal Newport llama trabajo profundo. Y si los directores ejecutivos no tienen tiempo para reflexionar, es poco probable que el resto de la fuerza laboral lo encuentre más fácil.

Incluso si encontramos tiempo para reflexionar, muchas veces sentimos que hay otras cosas más importantes, o simplemente acabamos dejandonos llevar por alguna de las muchas distracciones del mundo digital. Puede ser difícil desconectarse de las numerosas distracciones que llenan nuestros días. 

Aún más difícil es el hecho de que la reflexión no da como resultado ideas agradables, sobre todo porque cuanto más procrastinemos y evitemos hacerlo, mayor sera el golpe que nos llevemos al hacerlo. Reflexionar sobre lo que hemos hecho puede revelar que actuamos de forma estúpida durante la última reunión de gerentes, o que tratamos a nuestro asistente de forma desconsiderada. No obstante, si queremos cosechar los beneficios de la autoconciencia, debemos lidiar con estas desagradables realidades. 

Y hay ventajas en ser más consciente. Consideremos un estudio de viajeros en el Reino Unido, que descubrió que aquellos que usaron su viaje a casa para reflexionar intencionalmente sobre cómo fue su día eran más felices y productivos que aquellos que no lo hicieron.

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