¿Nos sentimos abrumados por todo lo que hemos acumulado a lo largo de los años? 

¿Está aumentando la deuda de nuestras tarjetas de crédito? Si ese es el caso, es hora de empezar a desarrollar una mentalidad minimalista para recuperar el control de todas nuestras posesiones. Para cultivar una mentalidad minimalista, primero debemos categorizar nuestras pertenencias en tres categorías: útiles, bellas/atractivas y sentimentales

La categoría útil incluye todo lo que es funcional y práctico. Obviamente, esto incluye elementos como ropa, agua, refugio y comida, e incluye también artículos que nos hacen la vida más fácil, como camas, bolígrafos, ordenadores portátiles, platos, etc. 

Las posesiones atractivas nos brindan un sentimiento de satisfacción y merecen ser parte de nuestras vidas. Los elementos sentimentales sirven como recordatorios de personas, lugares y eventos importantes en nuestras vidas. 

El minimalismo se basa en entender que aunque nos gustan estos objetos, siguen siendo elementos externos y por lo tanto perderlos no debería afectar a nuestra satisfacción o felicidad. El minimalismo nace de las ideas budista y estoicas, de que lo más importante es nuestra mente, y que todo lo demás son elementos que ayudan a hacer la vida más placentera pero sin duda no son imprescindibles. 

Nuestra salud y satisfacción son más importantes que las posesiones materiales. Y, aunque a todos nos atraen los artículos hermosos y sentimentales, es fundamental cultivar una mentalidad minimalista y desapegada para mantener las cosas en perspectiva. Estos artículos encantadores y sentimentales no son lo que importa. Comprender esto es el primer paso para despejar con éxito nuestros hogares y valorar lo que es valioso.

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