¿Qué es el problema de Gettier y la respuesta del reloj de Betrand Russell?

Si aceptamos que el conocimiento no es innato, las condiciones bajo las cuales aprendemos algo se vuelven más complicadas. Para explicar mejor estas condiciones, en la década de 1960 se propuso el llamado análisis clásico del conocimiento. 

De acuerdo con los elementos de este análisis, un sujeto solo puede conocer una proposición si es un hecho, el sujeto cree en ella y el sujeto tiene una justificación para su creencia. 

Como ejemplo, debemos tener en cuenta uno de los famosos acertijos filosóficos de Bertrand Russell, en respuesta al problema de Gettier: Alicia ve un reloj que marca las dos y cree que son las dos. Son, de hecho, las dos. Sin embargo, hay un problema: sin que Alicia lo sepa, el reloj que está mirando se detuvo hace doce horas. Por lo tanto, Alicia tiene una creencia accidentalmente verdadera y justificada.

Esto es un ejemplo de lo fácil que es dejarnos llevar por una situación en la que “parece que hay causalidad”, y la importancia de diferenciar entre correlación y causalidad, y buscar contra-ejemplos para experimentar.  A menos que tenga una forma de corroborar si es cierto, o espere hasta que llegue el tren, será difícil saber si el reloj no está averiado. 

Consideremos a un detective reuniendo pruebas para probar que un hombre asesinó a su esposa. El detective tiene el arma, así como las huellas dactilares del hombre, así como varios relatos de testigos presenciales. 

El detective tiene razón en su creencia de que el hombre asesinó a su esposa. Sin embargo, uno de los testigos miente. ¿Es el conocimiento del detective ahora nulo y sin efecto porque se basó en una creencia falsa? No lo es, según el filósofo Edmund Gettier. 

Aunque simplemente significa que deberíamos volver a estudiar nuestras premisas, y la importancia de comprobar si son ciertas antes de usarlas para deducir algo. Este ejemplo demuestra porqué casi siempre que creemos que algo es cierto, tan solo estamos trabajando con una hipótesis que parece ser cierta. 

Alvin Goldman propuso la teoría del conocimiento causal, que evita los términos «creencia verdadera» y «creencia falsa» argumentando que la creencia de hecho debe tener una relación causal con ese hecho. Si vemos una casa en llamas, nuestro conocimiento experiencial de qué es un incendio y cómo se comporta creará un vínculo causal con el incendio que estamos presenciando ahora. 

Esto es similar al problema del pavo que popularizaron Bertrand Russell y Nassim Nicholas Taleb, pero que al parecer planteó por primera vez Hume en una de sus críticas al concepto de causalidad. 

El ejemplo es el siguiente:

‘’Digamos que damos de comer a un pavo cada dia. Cada comida que le demos llevará a al pavo a pensar que es una ley de la naturaleza que le llegue comida cada dia por miembros de la especie humana, que están “velando por sus intereses” como dirían los políticos. En la tarde antes del día de acción de gracias, le sucederá algo inesperado al pavo. Sufrirá una “revisión de sus creencias”.”

Este simple ejemplo por Taleb, basado en uno por Bertrand Russell, nos explica lo fácil que es asumir que lo que ha estado funcionando hasta ahora siga ocurriendo, sin entender que todo lo que tenemos es temporal, ya que el mundo está en un estado de cambio constante, y por lo tanto nunca podemos estar del todo seguros de lo que es cierto hasta que funcione.

En el caso del pavo, su “creencia” de que los humanos le seguirán dando alimento y que eran sus aliados, fue aumentando en confianza cada día, hasta que acabó costandole la vida.

En nuestros caso hemos visto una y otra vez cómo se generan burbujas económicas que acaban estallando y llevándose gran parte de nuestras posesiones, o como nuestro negocio va aumentando el dinero que produce hasta que de repente cese por completo, o como nuestra inversión en bitcoin puede subir un dia unicamente para caer al dia siguiente.

El problema del pavo pertenece a un tipo de problemas conocidos como los “problemas de inducción”, término que simplemente hace referencia a nuestra tendencia a desarrollar creencias sobre cierto tema, basadas en un número limitado de observaciones.

Son situaciones en las que es extremadamente fácil demostrar que lo que creemos es falso, pero casi imposible demostrar que es cierto, pero esta incertidumbre nos lleva a aferrarnos a lo que queremos creer, fenómeno conocido como el sesgo de confirmación.

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